La causa más frecuente de rotura del ligamento cruzado es un giro de la rodilla brusco y descontrolado. Al quedarse el pie clavado en el suelo y seguir girando de manera excesiva el cuerpo del deportista, hace que el ligamento no pueda resistir la tracción excesiva y se rompa. En el caso que este giro sea demasiado brusco o se produzcan otros movimientos asociados, puede provocar, no solo la lesión del ligamento cruzado, sino también que se rompan otras estructuras de la rodilla (meniscos, cartílago, ligamentos laterales…).
Aproximadamente la mitad de todas las lesiones del ligamento cruzado anterior ocurren con daño a otras estructuras de la rodilla, como el cartílago articular, el menisco, ligamentos laterales… Las lesiones más graves, como la triada de O’Donoghue, incluyen la rotura del LCA, la rotura del menisco interno y el esguince o rotura del ligamento lateral interno. En lesiones en deportes como el esquí, se puede producir incluso la rotura simultánea del ligamento cruzado posterior, provocando una luxación de rodilla, que es una lesión mucho más grave.
Afortunadamente la lesión más frecuente durante la práctica deportiva es la rotura del cruzado anterior aislada, o con una rotura de menisco asociada.