Los nacimientos por cesárea han aumentado en los últimos años. Incluso en algunos países las cesáreas superan el 40% del total de partos.
Y aunque un parto vaginal es siempre la prioridad, en ocasiones, es necesario realizar una cesárea, aunque para muchas mujeres la recuperación tras esta intervención supone una verdadera pesadilla.
Sin duda, la recuperación tras una cesárea es más lenta que la de un parto vaginal, pero con los cuidados adecuados este proceso será mucho más sencillo y se evitarán complicaciones.
Pero empecemos por el principio…
¿Qué es una cesárea?
Una cesárea es un tipo de intervención quirúrgica en la que se realiza una incisión en el abdomen de la madre -a través de las diferentes capas musculares- y en el útero, para extraer al bebé.
Esta intervención quirúrgica se realiza cuando el parto vaginal no es seguro para la madre o el bebé, por complicaciones durante el embarazo o el parto.
Y la finalidad de una cesárea es reducir ese riesgo y sufrimiento de la mamá o del bebé durante el parto. Es decir, no se debe considerar una forma alternativa de dar a luz, sino un recurso al que acudir para evitar graves consecuencias en el momento del parto: patologías graves de la madre, distocia, desprendimiento de placenta, sufrimiento fetal, etc.
¿Cuáles son las consecuencias de una cesárea?
Aunque la cesárea se considera el procedimiento más seguro para resolver las complicaciones del parto vaginal y mantener el bienestar fetal, no se debe olvidar que es una operación quirúrgica y que, por tanto, tiene los mismos riesgos que cualquier otra intervención (infecciones, pérdidas de sangre, etcétera), además se añaden los propios de la anestesia.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el postoperatorio de una cesárea es casi siempre más molesto que la recuperación tras un parto vaginal.
Pero, también deberemos considerar que algunas de las consecuencias que conlleva una cesárea distan de las consecuencias que podamos sufrir tras otras cirugías:
- Alteración de las funciones abdominales
- Cambios en el sistema digestivo
- Cambios posturales
- Dolor pélvico
- Alteraciones del suelo pélvico
- Riesgo de infección
- Limitación en el movimiento
- Dolor generalizado en la zona lumbo-pélvica
- Debilidad muscular
- Adherencias
- Fibrosis…
Por eso, si se padecen alguno de estos síntomas, puede que la mamá tenga alguna adherencia interna ocasionada por la intervención quirúrgica, que le ha provocado tensiones internas que impiden el movimiento normal, tanto del músculo, como de la fascia abdominal.
Recuperación tras una cesárea.
Como ya hemos comentado, la cesárea es una cirugía mayor, por lo que la recuperación va a ser más larga que de un parto vaginal.
Además, las cicatrices no tratadas pueden ocasionar problemas a corto, medio y largo plazo. Ya que la herida de la cesárea implica cicatrices internas bajo la piel que afectan a la musculatura, por lo que se debe realizar una valoración y seguimiento por parte de un fisioterapeuta especializado para evitar las adherencias y que la cicatriz se engrose y se vuelva dura y retraída.
Desde la fisioterapia se suelen usar distintas técnicas de terapia manual para trabajar la piel y los tejidos subyacentes, y mejorar la movilidad de las capas superficiales y profundas.
Recuperación tras una cesárea con TecarEvolution
La tecarterapia de segunda generación Capenergy es una gran ayuda en la recuperación tras una cesárea, haciendo este proceso más fácil y rápido.
Con un tratamiento con TecarEvolution, lograremos:
- Estimular la creación de colágeno para aportar elasticidad y flexibilidad a la cicatriz y tejidos.
- Mejorar la vascularización.
- Oxigenar la musculatura perineal y relajar las posibles contracturas reflejas de la musculatura del suelo pélvico.
- Disminuir las molestias y el dolor en la zona, gracias a la generación de cortisol y endorfinas.
- Mejorar el aspecto de la cicatriz, gracias al efecto térmico de la radiofrecuencia entregada.
- Resolver o prevenir posibles adherencias.
- Mejorar la calidad de los tejidos y acortar los tiempos de tratamiento.
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