Casi nadie se libra a lo largo de su vida de sufrir dolor de espalda, y a veces esa dolencia puede ser síntoma de una hernia de disco. Las hernias discales se producen cuando las vértebras se desplazan por una sobrecarga o presión excesiva y oprimen un disco intervertebral, a menudo pinzando un nervio.
Principalmente ocurren en la parte baja de la espalda, pero también pueden ocurrir en el cuello (hernia cervical) o en cualquier otra parte de la columna vertebral.
Además, las hernias de disco son con mayor frecuencia el resultado de un desgaste natural gradual y relacionado con el envejecimiento llamado degeneración discal. A medida que envejecemos, los discos se vuelven menos flexibles y más propensos a desgarrarse o romperse, incluso con una tensión o torsión menor.
La forma de la columna está diseñada, por un lado, para soportar peso y, por otro, para ser rígida cuando es necesario, pero darle mucha flexibilidad y contribuir al equilibrio. La realidad es que el sedentarismo y el estilo de vida actual dificultan el mantenimiento de una musculatura suficiente para que la columna funcione correctamente y no sufra alguna lesión.
Causas de la hernia discal
Las hernias discales se producen sobre todo en las edades intermedias de la vida. Es muy raro ver a personas menores de treinta años con una hernia de disco. Y, como ya hemos comentado, su principal causa es la degenerativa.
Con el tiempo las fibras de colágeno de los discos se van degenerando y perdiendo elasticidad, por lo que ya no son capaces de volver a su posición natural y poco a poco se van rompiendo permitiendo que se hernie el disco vertebral.
Además, los accidentes son otra causa de una hernia discal, ya que se produce un aumento de la presión sobre el disco tan grande que se rompe el anillo fibroso.
También existen otros factores que pueden provocar una hernia discal, como el sedentarismo, la debilidad muscular que provoca desequilibrio en la repartición de la carga o peso sobre el disco, y los movimientos repetitivos o posturas mantenidas en el trabajo que acaban lesionando el disco intervertebral.
Y los factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir una hernia de disco son, entre otros:
- El peso. El exceso de peso corporal causa estrés adicional en los discos de la zona lumbar de la espalda.
- El trabajo. Las personas con trabajos físicamente exigentes tienen un mayor riesgo de padecer problemas de espalda. Los movimientos como levantar, tirar, empujar, doblar hacia los lados y torcer repetidamente también pueden aumentar el riesgo de una hernia de disco.
- La genética. Algunas personas heredan una predisposición a tener una hernia de disco.
Tabaquismo. Se cree que el tabaquismo disminuye el suministro de oxígeno al disco, causando que se deteriore más rápidamente.
Síntomas de la hernia discal
Los signos y síntomas de una hernia discal dependen de la ubicación del disco y de si está presionando un nervio. Y por lo general, afectan un lado del cuerpo.
Dependiendo de cuál sea el disco intervertebral herniado, puede provocar dolor, entumecimiento o debilidad en un brazo o una pierna. Aunque en muchos casos, la hernia discal no provoca síntomas, se puede tener una hernia de disco sin sufrir dolor o debilidad. En cambio, en otros casos puede causar síntomas como:
- Dolor en brazos o piernas. Si la hernia discal se encuentra en la zona lumbar de la espalda, normalmente sentirás más dolor en los glúteos, el muslo y la pantorrilla. También podrías tener dolor en parte del pie. Si tu hernia está en el cuello, normalmente sentirás más dolor en el hombro y el brazo. Este dolor puede aparecer en el brazo o la pierna cuando toses, estornudas o te mueves a ciertas posiciones. En estos casos, el dolor se describe a menudo como agudo o ardiente.
- Entumecimiento u hormigueo. Las personas que tienen una hernia de disco a menudo presentan entumecimiento u hormigueo que se irradia en la parte del cuerpo inervada por los nervios afectados.
- Debilidad. Los músculos inervados por los nervios afectados tienden a debilitarse. Esto puede hacer que tropieces o se afecte tu capacidad para levantar o sostener objetos.
Tratamiento de la hernia discal sin cirugía
El tratamiento conservador médico va enfocado a aliviar la sintomatología, a través de la utilización de fármacos: analgésicos, cortisona, relajantes musculares…
Y si con este tipo de tratamiento no se produce una mejoría, el médico podría proponer una cirugía. En este caso, la mayoría de veces, se extirpa la parte herniada, pudiendo llegar a extirpar todo el disco y fusionar las vértebras en caso de que sea necesario.
Sin embargo, desde Capenergy optamos por un tratamiento no invasivo, con el que conseguimos una mejoría desde la primera sesión, sin recurrir a la cirugía. Trabajamos con el objetivo de:
- Mejorar el metabolismo celular y por lo tanto acelerar los procesos de regeneración de los tejidos.
- Mejorar la vascularización local y con ello mejorar el trofismo de los tejidos.
- Producir un efecto antiinflamatorio, lo que conlleva una analgesia.
- Favorecer el drenaje linfático.
Con nuestros equipos de radiofrecuencia de segunda generación, podrás actuar sobre la zona de dolor trabajando con los electrodos activos capacitivo y resistivo en el origen de la lesión y con las placas pasivas de retorno hasta el final del recorrido del dolor irradiado. Además, con las opciones de tratamiento automático de los equipos Capenergy, podrás aumentar la entrega energética en tu paciente y realizar drenajes electromagnéticos con un potente efecto antiinflamatorio y analgésico.
¿Te gustaría saber más sobre la tecarterapia Capenergy y cómo mejorar las hernias discales de tus pacientes sin cirugía? Pídenos una demostración gratuita.
Telephone No.934 77 43 48